CUANDO SU PERRO SE ENCUENTRA CON OTRO PERRO

Veamos si este ejemplo de situación le suena: su perro y usted entran en el portal de casa. De pronto llega el vecino de, un suponer, el quinto, con su perro ladrador y muy nervioso. El suyo responde con ansiedad, tirando, incluso devolviendo los ladridos. El otro propietario habla con su perro, en tono estridente y poco tranquilizador. "¿Qué te pasa, bonito? ¿Por qué ladras? Hay que ver cómo se pone", dice mientras le acaricia la cabeza.
Aquí se dan varios malos hábitos que escapan de su alcance, y cuyas consecuencias sufren usted y su perro equilibrado. Vamos a identificarlas y a encontrar una manera de rodearlas y evitar que se conviertan también en nuestro problema.
Lo primero, y esto resulta evidente, es que cuando un perro se excita no es buena idea hablarle y aún menos con voz chillona que transmite aún más inquietud al animal. Su vecino debería manejar a su perro a través de la correa y llevarlo a un estado de ánimo más tranquilo, obedeciendo a su líder (en teoría, su vecino).
También sabemos que dar caricias es premiar, reforzar comportamientos y actitudes. El perro de su vecino está recibiendo el mensaje de que está bien que ladre, que es lo que se espera de él, y claro, el animal cada vez lo hará más. Un propietario serio y líder no acaricia cuando el comportamiento de su perro no es el adecuado. Primero lo lleva al estado de ánimo en que debe estar el animal, y sólo cuando consigue esto llegan los refuerzos.
Así que, como no podemos hacer esto con el perro de nuestro vecino, será con el nuestro, que dará ejemplo al resto del edificio. No le permitiremos que devuelva ladridos ni tire de la correa. Le obligaremos a sentarse y tranquilizarse, usando la correa y la voz, o sólo chistándole. Servirá esa palabra o sonido que usemos habitualmente para pedirle silencio o atención. No daremos alternativas a nuestro perro más que la de calmarse. Podemos distraer su atención pidiéndole que nos mire y esté con nosotros, o simplemente dándonos la vuelta y dejando atrás los elementos perturbadores.
Esto nos vale tanto en el portal, como por el parque, como paseando por la calle. Al final, no es más que hacer uso del liderazgo firme y afectuoso que debemos ejercer de forma permanente con nuestro perro.

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